Un fin de semana en Alicante

A orillas del Mar Mediterráneo se erige la ciudad de Alicante. Uno de los destinos vacacionales más populares de nuestro país gracias a su clima y, también, a las playas de arena de las que puede presumir. Además, cuenta con un rico patrimonio histórico y cultural que, junto a su gastronomía, hacen de este enclave un lugar único.

La Explanada de España es uno de los puntos que tiene más conocidos y transcurre paralela al puerto, otro de los epicentros de la vida de esta ciudad. Está protagonizada por un gran número de palmeras y por el el mosaico que forma su suelo con más de seis millones de teselas cuadradas que imitan las olas del mar. Aquí se concentran varios bares y restaurantes y también muchos puestos artesanos.


El Puerto de Alicante, de origen cartaginés, atracan todo tipo de pequeñas barcas de pescadores y, también, los barcos de recreo. En sus inmediaciones se encuentran desde bares hasta lugares de ocio. Cualquier hora es buena para pasear por él pero el atardecer es un momento realmente mágico.


Frente al puerto, el Ayuntamiento de Alicante. Aquí da comienzo uno de sus zonas más pintorescas y conocidas, el Barrio de Santa Cruz. Este edificio es uno de los más bonitos de la ciudad y fue construido en el Siglo XVIII con un estilo barroco. Su interior alberga salas de gran riqueza patrimonial.

A pocos metros se encuentra la Concatedral de San Nicolás, edificada sobre los restos de una mezquita y considerado el templo religioso más importante de Alicante. El edificio actual fue levantado entre 1616 y 1662 en estilo renacentista herreriano. Su claustro pertenece al Siglo XV y fue realizado en estilo gótico valenciano.


Llegando ya al Barrio de Santa Cruz, las casas blancas que lo forman enseguida llaman la atención del visitante. Subiendo por la Calle Labradores, repleta de bares y restaurantes, se puede ir descubriendo gran parte de su esencia para acabar en la Basílica de Santa María. Este es uno de los mejores sitios en los que degustar uno de sus famosos arroces.


Si se sigue recorriendo la zona más céntrica, se llega hasta el Mercado Central, situado en un edificio de dos plantas con elementos modernistas y construido en el año 1911. Su interior está repleto de puestos de productos frescos como pescado, marisco, carnes y frutas y verduras. Tood producto de proximidad, del mar y de sus huertas.

Para acabar nuestra visita a Alicante, no hay mejor lugar que uno de sus enclaves más famosos, el Castillo de Santa Bárbara. Está situado en la cumbre del monte Benacantil, a 167 metros de altitud, y tiene su origen a finales del siglo IX, durante la ocupación musulmana, aunque fue reconquistada por Alfonso de Castilla el día de la festividad de Santa Bárbara. A ello le debe su nombre.


En el interior del castillo se pueden visitar tres zonas de diferentes épocas que guardan restos árabes. Además, desde aquí se puede disfrutar de unas vistas impresionantes de la ciudad y, también, de la bahía de Alicante.

La Playa del Postiguet, protagonista de la ciudad, cuenta con más de 600 metros de arenas finas, doradas que, acompañadas por sus tranquilas aguas, hacen las delicias de los visitantes que llenan esta zona durante toda la época estival. El día 24 de junio vive su noche más mágica cuando se celebran las Fogueres de Sant Joan, la fiesta grande de la ciudad.


Para terminar la visita a Alicante, lo mejor es coger un barco hasta la Isla Tabarca, la única habitada de la Comunitat Valenciana. Tiene una longitud de 1.800 metros y en ella habitan en invierno 55 habitantes a los que en verano hay que sumar más de 4.000 turistas.

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