Sevilla no es sólo una ciudad para visitar, sino una ciudad para perderse y disfrutar. En Sevilla se para el tiempo en cada una de sus calles vestidas de blanco y color albero, en los atardeceres desde el puente de Triana, en una verónica de Morante de la Puebla en la Maestranza una tarde de abril, o tomando una cerveza bien fría y una tapa por el barrio de Santa Cruz.



El Río Guadalquivir separa el barrio de Triana de la zona monumental de la ciudad convirtiendo a este en el más especial y característico de la ciudad. Marinero por tradición, con raíces flamencas y gitanas, cuna de la alfarería y hogar de reputados artistas, Triana cuenta con uno de sus lugares más especiales en la calle Pureza, donde se encuentra la hermandad de la Esperenza de Triana.



El ambiente que se respira cuando se cruza por el puente de Isabel II, más conocido como el puente de Triana, no tiene nada que ver con el que podemos encontrar en otros puntos de la ciudad. En Triana podemos encontrar su famosa calle Betis, compuesta por casas de llamativos colores que se observan desde el río. También cuenta con la capillita del Carmen, el mercado de Triana, el centro de cerámica o la Iglesia de Santa Ana, la más antigua de Sevilla o la plaza del Altozano donde hay una estatua dedicada al matador de toros Juan Belmonte.
Si volvemos a la zona monumental destaca la Catedral de Sevilla y su Giralda, la catedral gótica más grande del mundo y el símbolo de la ciudad. La Giralda es la torre campanario de la Catedral. En el momento de finalizar su construcción fue considerada la torre más alta de todo el mundo, rozando los 100 metros de altura. Como curiosidad la Giralda no tiene escaleras, sino 35 rampas para que el sultán pudiese subir con su caballo para divisar Sevilla.
Al lado de la Catedral y la Giralda se encuentra otro de los tesoros de la ciudad, el Real Alcázar de Sevilla, palacio de estas características más antiguo de Europa y una joya arquitectónica y artística.
El archivo de Indias es otra de las paradas obligatorias en la ciudad, fue creado por Carlos III a finales del siglo XVIII para centralizar toda la documentación que se creaba de los territorios españoles más allá de la península, es decir, en las «antiguas Indias». Se dice que el archivo contiene 43.000 legajos, con unos 80 millones de páginas y 8.000 mapas y dibujos que proceden en su mayoría de los organismos encargados de la administración de los territorios de ultramar.
Otro de los puntos más importantes es la Plaza de España, otro de los iconos de Sevilla y que se encuentra dentro del parque de María Luisa, pulmón de la ciudad. La Plaza de España fue proyectada como edificio central de la Exposición Iberoamericana de 1929. La plaza se divide en cuatro tramos en los que hay 48 provincias con su propio mural cerámico, generalmente mostrando algún monumento característico o un momento histórico concreto.
Cada uno de los tramos del conjunto monumental cuenta con 14 arcos y bajo estos están los bancos de las provincias. Al comienzo y al final de cada uno de estos tramos es donde está representada Sevilla, con diferentes escenas sobre sus fiestas y costumbres. Bordeando el interior de las alas hay un canal cruzado por cuatro puentes, que representan a Castilla, León, Aragón y Navarra.
Para acabar con los iconos más conocidos de Sevilla no nos podemos olvidar de la Torre del Oro que tiene 36 metros de altura y se encuentra en las orillas del Guadalquivir. Hoy en día podemos visitar el Museo Naval de Sevilla.


Muy cerca de la torreo del Oro se encuentra la Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla que se construyó sobre una elevación cercana al río Guadalquivir, llamada monte del Baratillo. Cuando se erigió la plaza apenas había construcciones a su alrededor. Las edificaciones adosadas forman una manzana casi triangular delimitada por tres calles: paseo de Cristóbal Colón, Adriano y Antonia Díaz.
La Maestranza de Sevilla vive su esplendor en el mes de abril durante la feria de la ciudad y en el mes de septiembre en la feria de San Miguel. Esta plaza ha sido testigo de algunas de las mejores faenas de la historia del toreo y cuenta con una estatua dedicada al matador Curro Romero en una glorieta situada entre el Paseo de Colón y la calle Antonia Díaz. La estatua, realizada en bronce y de casi dos metros de altura representa al Faraón de Camas en un desplante. El torero da el pecho hacia el Guadalquivir y tiene la cara ligeramente girada hacia la plaza de toros.
«La plaza de Sevilla, por su clásica y noble arquitectura, por sus proporciones armoniosas, por su tradición, es sin duda la más bella y sugestiva de las plazas españolas» José María de Cossío.


Además, en Sevilla también se pueden visitar otros lugares emblemáticos como son el la Basílica de la Esperanza Macarena, el Palacio de la Casa de las Dueñas, pertenecieniente a la Casa de Alba desde el año 1612 y donde nació el poeta Antonio Machado. La casa de Pilatos es otro de los lugares que no se puede dejar de conocer, además de la Iglesia del Salvador de Sevilla, la Alameda de Hércules, o el mirador de las Setas, donde se puede disfrutar de una vista privilegiada de la ciudad.

Sevilla es, en definitiva, el lugar con más encanto en el que jamás he estado y el lugar con el que sueño volver antes siquiera de haberme ido.
Si hay algo mejor que conocer Sevilla por primera vez es tener la oportunidad de volver a descubrirla.
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