Escapada a Toledo, la ciudad de las tres culturas

La huella de las tres principales culturas históricas (judía, árabe y cristiana) es más que visible en la ciudad de Toledo. Sus calles y rincones guardan su paso durante siglos y hacen de ella, en la actualidad, un destino único del que poder disfrutar.

Toledo, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, está enclavada en un promontorio rocoso rodeado por el río Tajo que da lugar a sus famosas cuestas. Por eso, si tienes pensado visitar pronto la ciudad, de lo que no puedes prescindir es de unas buenas zapatillas que, sin duda, harán más cómodo tu paso por Toledo.


El centro histórico de Toledo es relativamente pequeño pero muy laberíntico. Lo mejor es recorrerlo a pie y perderse por sus callejuelas que guardan su esencia histórica. La Plaza de Zocodover, uno de los lugares más céntricos de la ciudad y donde se desarrolla la mayor parte de la vida social de los toledanos. Muy cerca se encuentra el imponente Alcázar de Toledo. Es el punto más alto de la ciudad y está construido sobre las ruinas de una gran fortaleza medieval.

Fue residencia real pero actualmente alberga el Museo del Ejército. Además de poder contemplar sus cuatro fachadas, diferente una de otra, lo más recomendable es subir hasta su cafetería, donde se puede contemplar todo Toledo.

Muy cerca del Alcázar se encuentra otro de los símbolos de la ciudad, su catedral. Se pueden apreciar en ella diferentes estilos que van desde el renacentista al mudéjar ya que en ella se han realizado obras durante más de cinco siglos. La Catedral de Toledo es una de las más grandes de España y del mundo. En la misma plaza en la que podemos disfrutar de este templo también se encuentran el Ayuntamiento y el palacio Arzobispal.


La Sinagoga de Tránsito es otro de los lugares en los que merece la pena hacer una parada. Después de la expulsión de los judíos se convierte en iglesia cristiana pero en la actualidad sirve como un monumento especialmente pensado para conocer la cultura sefardí.

Otra de las paradas obligatorias es la Casa – Museo del Greco. Realmente no fue su auténtica residencia, pero sí la reproduce con la máxima fidelidad posible, pareciendo realmente una mansión del siglo XVI y sin duda vale la pena conocerla. El museo se divide entre las salas dedicadas al Marqués de Vega-Inclán, impulsor del pintor y las dedicadas al Greco, en dónde se puede conocer bien toda su obra y también su vida.


Además, hay otros muchos lugares de Toledo que merecen ser visitados como la Sinagoga de Santa María La Blanca, el Monasterio de San Juan de los Reyes, el Puente de Alcántara, la Iglesia de Santo Tomé (donde se encuentra «El entierro del conde de Orgaz», una de las grandes obras maestras de El Greco), la Iglesia de los Jesuitas o la Mezquita del Cristo de la Luz.

Para finalizar nuestro viaje podemos hacerlo desde uno de los puntos más impresionantes de Toledo, el Mirador del Valle. Es el más conocido de todos los que tiene la ciudad debido a sus impresionantes vistas. Está ubicado fuera de sus murallas y se puede acceder a él tanto en coche como a pie.


Si nos ha sobrado tiempo en Toledo, siempre podemos completar nuestro viaje por tierras manchegas visitando el pueblo de Consuegra y sus famosos molinos. Tierra de hidalgos, gigantes y castillos, aquí podemos transportarnos hasta las mismas páginas del Quijote. Y es que es difícil pensar en Consuegra sin recordar las famosas palabras escritas por Miguel de Cervantes: «Ese lugar de la mancha de cuyo nombre…».

Aquí podemos disfrutar tanto del castillo de Consuegra, el mejor conservado de toda Castilla La Mancha, de origen musulmán pero ampliado y modificado durante el S.XII por la Orden de San Juan de Jerusalén. Muy cerca de él se encuentra los 12 molinos de Consuegra tienen nombre y personalidad propia, por supuesto quijotesca: Sancho, Rucio, Bolero, Espatero, Mochilas, Chispas, Caballero del verde Gabán, Mambrino, Clavileño, Alcancía, Cardeño y Vista Alegre. La gran mayoría datan de la primera mitad del siglo XIX pero los cinco primeros cuentan con su maquinaria intacta del siglo XVI.


Además de pasear por ellos y hacer numerosas fotos también podemos visitar su interior. En concreto el del molino Rucio, que conserva la maquinaria original de 1837 y que alberga una tienda de souvenirs en su interior y un museo muy interesante de conocer.

El Caballero del verde Gabán ya no muele grano ya que se trata de un molino completamente renovado que se ha convertido en el primer gastromolino de España conservando la estructura de 3 plantas de los molinos manchegos pero siendo sustituida por una parte inferior convertida en tienda gourmet, una intermedia en pequeña cocina y una superior como comedor para degustar sus mejores platos.

Disfrutar del atardecer entre los molinos es una de las mejores experiencias de las que disfrutar en nuestra escapada a Castilla La Mancha. Además, poder disfrutar de su gastronomía es otro de los atractivos con los que cuenta este viaje.

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