De ruta por Cantabria, la tierra infinita

Escribir de Cantabria es hacerlo sobre, sin duda alguna, uno de mis lugares favoritos. Su tranquilidad y calma hacen de este uno de los destinos preferidos para viajar en este verano tan atípico que vivimos.

Además de Santander, su preciosa capital, Cantabria esconde pequeños pueblos y rincones repletos de una gran belleza que merece la pena descubrir. Son muchas las rutas que se pueden elegir para recorrer la región en unos pocos días. En nuestro caso, decidimos empezar por un pequeño pueblo interior catalogado como uno de los más bonitos de Cantabria, Cabezón de la Sal.

Esta villa cuenta con un riquísimo patrimonio histórico-artístico. Posee multitud de edificios dignos de mención entre los que destaca la casa-palacio de Carrejo, el palacio-torre de los Monasterios, en Casar, y el palacio de Bodega. Además, también cuenta con una importante arquitectura religiosa. La riqueza del patrimonio histórico de Cabezón de la Sal queda patente también en el yacimiento prehistórico de Cabrojo.

A pocos kilómetros de Cabezón de la Sal se encuentra San Vicente de la Barquera, un municipio costero que vive principalmente del mar, tal y como queda patente en todas sus tradiciones, costumbres y fiestas. Cuenta con unas bonitas playas y un casco histórico lleno de encanto. Su vocación marinera se puede apreciar en su gastronomía, que gira en torno a pescados y mariscos.


Muy cerca de San Vicente de la Barquera se ubica otra de las paradas obligatorias que tiene Cantabria, Comillas. Este es, sin duda, uno de los lugares que congrega más turismo dentro de la región y uno de los más ricos en patrimonio.

La villa alcanzó su apogeo a mediados del siglo XIX, gracias a Antonio López y López quien prestó ayuda al rey Alfonso XII que le recompensó con el título de marqués de Comillas y Grande de España. El Rey, invitado por el marqués, acudía a la villa a veranear con su corte, lo que animó a nobles y adinerados a elegir la comarca como lugar de descanso.

De la mano del marqués y de su hijo, trabajaron en Comillas los mejores arquitectos modernistas catalanes: Joan Martorell, Lluís Domènech i Montaner y el joven Antonio Gaudí. Así Comillas se convirtió en un lugar de ensayo del modernismo que poco después se llevaría a Cataluña.

Es Gaudí quien le ha dado tanta fama al municipio gracias a una de sus obras más conocidas: El Capricho. Este fue pensado como una residencia de verano de estilo modernista con influencia mudéjar encargado por el músico Máximo Díaz de Quijano, un gran pianista. El diseño de las habitaciones está realizado de forma que la luz solar va iluminando todas las estancias a lo largo del día y el uso del girasol, como elemento decorativo, hace referencia al recorrido de la luz.

A su lado se encuentra el Palacio de Sobrellano o Palacio del Marqués de Comillas, de estilo neogótico. Forma conjunto con el palacio la Capilla-Panteón del Palacio de Sobrellano. Parte de su mobiliario fue también diseñado por Gaudí. Ambos edificios están situados, al igual que el Capricho, en la colina del Sobrellano.

En otra de las colinas del municipio, La Cardosa, se encuentra la Antigua Universidad Pontificia, encargo de Antonio López. Es una obra ecléctica gótico-mudéjar del arquitecto Martorell. Además, en Comillas también destaca su pequeño casco histórico, el mirador de Santa Lucía, el monumento al Marqués de Comillas, y la casa del Duque.


Ya de camino a Santander, nuestra última parada fue Suances. La parte costera es la más concurrida por sus habitantes y turistas ya que es donde se encuentran sus afamadas playas. La mayor de ellas es la playa de la Concha. Junto al pequeño puerto pesquero se encuentran las playas de la Ribera y la Riberuca, dos pequeños arenales bañados por las aguas de la Ría San Martín. La otra playa Los Locos, esta situada en la denominada “Punta del Dichoso” y es una de las más afamadas localizaciones surferas de toda España. Aquí encontramos el faro y, junto a él, el mirador del Torco.


Tras pasar unos días en la capital de Cantabria, decidimos aprovechar nuestro camino de vuelta a casa para seguir visitando algunos de los pueblos más bonitos de la región. El primero fue el de Isla. De Isla destaca, además de su bonito casco histórico, sus imponentes playas rodeadas de un impresionante entorno natural.


Muy cerca de Isla se encuentra Noja, otro de los destinos turísticos más conocidos de Cantabria. Su costa se extiende sobre playas kilómetricas que atraen cada verano a miles de visitantes. La playa de Ris es la más concurrida de Noja. Frente a Ris se encuentra la isla de San Pedruco, una paraíso natural protegido por abundante vegetación y habitado por miles de gaviotas, al que es posible acceder en la bajamar. Su orientación hacia el norte permite la formación de abundante oleaje para practicar el surf.


Santoña, mundialmente conocido por sus anchoas, era otro de los lugares que no podíamos perdernos. En este bonito pueblo marinero se encuentra El Parque Natural de las Marismas de Santoña. Un espectacular espacio natural protegido de más de 4.000 hectáreas y donde podemos encontrar unas 20.000 aves de 120 especies diferentes.

Además, pasear por su bahía es otro de los planes que no pueden faltar cuando se visita Santoña. El puerto pesquero es una de las zonas más concurridas del municipio, allí se puede disfrutar de una gran oferta gastronómica con sus famosas anchoas como protagonistas además de múltiples pescados y mariscos.

Santoña cuenta con espectaculares playas entre las que destaca la de Berria. El entorno natural entre el que se encuentra hace de ella una de las mejores playas de Cantabria. Además, también cuenta con un importante casco histórico repleto de historia en el que destaca sus fuertes y baterías.


Desde Santoña se puede divisar Laredo, de hecho, salen barcos con bastante frecuencia de un lado a otro ya que por mar su comunicación es casi inmediata. En Laredo destacan sus largas playas de arena fina y agua transparente. Al igual que ocurre en Santoña, Laredo también cuenta con un bonito casco histórico donde destaca su Atalaya, desde la que hay unas vistas privilegiadas.


Castro Urdiales fue la última parada de nuestro recorrido. Está situado muy cerca de la frontera de Cantabria con País Vasco y es uno de los pueblos más bonitos de la región por su mezcla histórica – artística y marítima. De este municipio destaca sus bonitas vistas desde el puerto pesquero. Esta es una de las zonas más espectaculares de Castro Urdiales y desde donde se puede observar la Iglesia de Santa María de la Asunción, el Castillo-Faro y Ermita de Santa Ana y el Puente Medieval Romano.

Desde aquí también se pueden ver los pequeños botes atracados en la parte vieja del Puerto de Castro Urdiales. La estampa refleja la esencia típica de una localidad marinera. Cuenta con uno de los paseos marítimos más bonitos de Cantabria además de con un casco viejo que conserva su esencia histórica con pequeñas callejuelas que parecen sacadas de otra época.

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