Tarifa, allá donde rompen las olas

Una experiencia cinco sentidos, eso es Tarifa. El punto geográfico más al sur de Europa continental sorprende no sólo por su innegable belleza paisajística sino también por su esencia que la diferencia del resto de lugares de playa que podamos imaginar. La cultura propia de Tarifa se respira desde sus calles hasta su gente. Una forma diferente de entender y de disfrutar de la vida que atrapa a todo aquel que la visita.

Su conocida arquitectura teñida de blanco contrasta con el azul de sus aguas. En Tarifa, concretamente en Punta Paloma, se cruzan el Océano Atántico y el Mar Mediterráneo en unas playas internacionalmente conocidas por sus cálidas temperaturas, sus aguas cristalinas, a veces tranquilas aunque a menudo bravas, que tocan su fina y blanca arena. Valdevaqueros y Bolonia son quizá las más conocidas, sobre todo por sus impresionantes dunas. Hasta aquí acuden numerosos amantes de los deportes acuáticos tanto de diferentes puntos de España como del mundo. El surf es el deporte rey aunque hay mucha otra gente que también opta por hacer buceo.


Al lado de la playa de Bolonia se encuentra el yacimiento de Baelo Claudia, un importante vestigio romano en España, cuyo período de florecimiento data del siglo I D.C. Allí se pueden descubrir no sólo las ruinas de un teatro romano y una vieja basílica sino también varios talleres en los que se producían pescado salado y una salsa deliciosa llamada garum, un condimento hecho con atún, una de las especialidades que enloquecían a los Romanos.


Además de disfrutar de su historia y de su naturaleza, la localización Tarifa permite encontrarse a menos de 20 kilómetros del continente africano. Una oportunidad para poder visitar Marruecos en alguno de los múltiples barcos que viajan hacía el país cada día. Contemplar el estrecho es posible desde su imponente mirador donde se puede disfrutar de unas vistas realmente impresionantes.

En el centro de Tarifa destaca tanto el Castillo de Guzmán, que permanece muy bien conservado, sus murallas o sus numerosas calles con forma de laberinto donde poder encontrar desde pequeños comercios tradicionales hasta numerosos restaurantes y bares de copas.


Sin duda, un lugar donde poder disfrutar de unos días de descanso en contacto con la naturaleza además de poder descubrir su historia cultural y su variada oferta gastronómica.

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