«Al toreo lo hizo Ronda, a Ronda la hizo Dios», afirmó Francisco Cortés, ‘Pacurrón’, crítico taurino, periodista y gran amigo personal de Antonio Ordóñez. Y es que, hablar de Ronda es hacerlo también de tauromaquia ya que la historia de la ciudad malagueña va ligada de forma muy estrecha al mundo del toro.
La Plaza de Toros de Ronda, por su historia, por su arquitectura, por su carácter y por su belleza está reconocida como una de las más antiguas de España y una de sus cinco plazas monumentales. Ronda se considera una de las cunas de la tauromaquia moderna, surgida en el siglo dieciocho, en una ciudad donde se conservaba muy viva la tradición de la caballería gracias a su Real Maestranza.



Las necesidades de defensa del territorio hicieron que Felipe II fundase en 1572 la Real Maestranza de Caballería de Ronda, para que se mantuviese el necesario manejo de los caballos. Para ello este cuerpo dedicó un espacio de la ciudad para los ejercicios ecuestres entre los cuales, como es tradicional en España desde la Edad Media, se incluyeron los juegos de destreza con toros.
Cuando en el siglo XVIII los toreros a pie tomaron el relevo de los caballeros en los juegos con el toro, surgió en Ronda la familia de los Romero, que durante tres generaciones reunió a los toreros más singulares de la época. Entre ellos destacó, sobre todos, Don Pedro Romero (de 1754 a 1839), figura cumbre y la más representativa de la tauromaquia. Se retiró después de estoquear más de 5.000 toros sin recibir el más mínimo rasguño. Su personalidad consiguió que su oficio alcanzara dignidad social y respeto al reunir valor, destreza y sentido estético.
El auge del toreo llevó a la Real Maestranza de Caballería de Ronda a erigir su famosa plaza, obra que se atribuye a Don José Martín de Aldehuela, el mismo arquitecto del grandioso Puente Nuevo sobre el Tajo de Ronda. La construcción duró seis años y fue inaugurada en 1785 con una corrida de toros en la que actuaron Pedro Romero y Pepe Illo.


Concebida en piedra arenisca con un esquema monumental, la nobleza de su traza arquitectónica, con su doble galería de arcadas y la ausencia de tendidos al descubierto, le confiere un espíritu más de claustro que de recinto para espectáculos taurinos, recordando al patio circular del famoso Palacio de Carlos Quinto en la Alhambra de Granada.
Su ruedo, de 66 metros de diámetro, está circundado por un callejón formado por dos anillos de piedra. Los tendidos tienen cinco filas de gradas de dos pisos, con 136 columnas formando 68 arcos de columnas toscanas, salvo las del Palco Real. Éste cuenta con columnas estriadas y decoración vegetal en las enjutas y friso decorado con rosetas. El palco principal se sitúa sobre el chiquero, antes en línea con la fachada principal, pero este eje quedó roto con el traslado de esta portada a la calle San Carlos, hoy virgen de la Paz. La cubierta de la plaza está formada por un tejado a dos aguas de teja árabe y la elegancia de su interior no tiene parangón en ninguna otra plaza de toros.


En el siglo XX, una segunda dinastía de toreros rondeños, los Ordóñez, constituyó otra aportación de Ronda a la historia de la Tauromaquia. Cayetano Ordóñez ‘Niño de la Palma’ y su hijo Antonio Ordóñez despertaron, por su manera de concebir el toreo, el interés de personajes tan ilustres como Orson Wells y Ernest Hemingway.
Fue precisamente Antonio Ordóñez quien creó la mundialmente conocida corrida goyesca, donde el exorno y la vestimenta nos trasladan a la época del genial pintor Francisco de Goya. La primera corrida goyesca de Ronda se celebró con el II Centenario del nacimiento del torero Pedro Romero en el año 1954 y por influjo de Cayetano Ordóñez en la plaza de toros de Ronda, propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Ronda.



Actualmente, se celebran durante los primeros días de septiembre enmarcadas en las Ferias y Fiestas de Pedro Romero de Ronda junto a una novillada con picadores y otra corrida de rejones, así como el tradicional Concurso Exhibición de Enganches de Ronda.
Además de poder conocer recorrer las diferentes estancia de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, esta también cuenta con un importante Museo de la Tauromaquia que ocupa un cuarto de la plaza bajo los tendidos de sombra. Su recorrido ilustra, de forma didáctica, los orígenes míticos del toreo en la cultura universal, su arraigo en la Península Ibérica y la evolución de la tauromaquia.
La colección agrupa pintura, escultura, artes gráficas, textiles, útiles y objetos, documentación histórica y piezas de arte contemporáneo, acompañados de la información pertinente, que sitúa cada obra en su contexto, hilando con ellos un discurso homogéneo. Además de este museo, la Real Maestranza de Caballería de Ronda también cuenta con una colección única en materia de guarniciones de coches de caballos.


Junto a su Plaza de Toros, el Puente Nuevo es otro de los grandes símbolos de Ronda. Fue construido en el siglo XVIII. Precisamente, fruto de la necesidad de unir los dos barrios de Ronda al comenzarse a construir la Real Maestranza de Caballería. Su construcción duró más de 40 años y tiene una altura de más de 100 metros que impresionan.
Aunque este es el puente más conocido de Ronda, no es el único. Además del Puente Nuevo, la ciudad cuenta con el Puente Viejo de Ronda, que fue construido en el siglo XVI para unir la antigua medina islámica con el barrio nuevo así como el Puente Árabe, el primer puente que se construyó en la ciudad.



Al lado del Puente Árabe se encuentran los baños árabes de Ronda, que dicen que son los mejores conservados de Europa. Fueron construidos entre los siglos XIII y XIV. Son las antiguas termas romanas que fueron reutilizadas por los musulmanes. Los primeros realizaban baños en las piscinas y los segundos baños de vapor.
Cerca de los baños árabes se encuentra el tramo mejor conservado de la antigua muralla de Ronda. Hay 3 tramos de muralla: la de Poniente o de la Albacara (al oeste), la de Levante o de la Cijara (al este) y la muralla sur (al sur). Cada una de ellas tiene una o varias puertas: la puerta del Cristo o de los molinos y la puerta del viento en la primera, la puerta de la Cijara en la segunda y la puerta de los Esparteros y la de Almocábar en la tercera.
Muy cerca podemos disfrutar de una de las vistas más privilegiadas de la ciudad, el Mirador del Puente Nuevo. Un lugar algo recóndito pero al que merece la pena llegar para poder vislumbrar la imponencia del gran símbolo de Ronda.

Además de todo su patrimonio histórico y artístico, Ronda cuenta con un centro urbano donde destaca la Plaza Duquesa de Parcent. Aquí se encuentran algunos de los edificios más importantes que ver en Ronda, como la Iglesia de Santa María la Mayor, el ayuntamiento, el Convento de la Claridad y el Convento de Clarisas.
Una visita inigualable a una de las localidades más bonitas de la provincia de Málaga y también a uno de los lugares más singulares de todo el territorio nacional y que se puede completar con la visita a algunos de los pueblos bodegueros y que se encuentran a pocos kilómetros de Ronda.
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