Palacio Real de Riofrío, un viaje en el tiempo

Rodeado de un impresionante bosque de encinas poblado por ciervos y gamos se encuentra el Palacio Real de Riofrío. Un lugar lleno de historia ubicado en un enclave natural realmente excepcional. Siempre es buena época para visitarlo pero en otoño se puede disfrutar no sólo de los bonitos colores que esta estación deja en sus árboles sino también de uno de los espectáculos naturales más impresionantes, la berrea.

La construcción del Palacio de Riofrío se debe a la insistencia de Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, quien compró la dehesa y coto de Riofrío, donde hizo construir el palacio según proyecto de Virgilio Rabaglio. De la decoración exterior se encargó Pedro Sexmini, lo que lo convierte en uno de los palacios con mayor influencia neoclásica.

El proyecto era muy superior a lo que hoy conocemos, pues estaba previsto construir un teatro, un convento e iglesia, cuarteles de guardia de Corps, caballerizas, casa de oficios y suntuosos jardines con fuentes, pero la llegada de Carlos III al poder trajo de vuelta a la corte por lo que este palacio nunca llegó a ser habitado.

El Palacio de Riofrío sirvió como pabellón de caza en los siglos XVIII y XIX y solo fue habitado por el personal real durante cortos periodos de tiempo en la segunda mitad del siglo XIX. Entre las pinturas que se pueden ver destacan las de maestros, como Velázquez, Rubens o Giusseppe Bonito así como y tapicerías del siglo XVIII de la Real Fábrica de Santa Bárbara, esculturas, mobiliario y armas antiguas de gran valor histórico.

Está dividido en dos partes, la primera, formada por las dependencias reales y la otra parte el Museo de la Caza. En total hay 18 salas repartidas por todo el palacio y cada una de ellas cuenta con una decoración diferente. Estas son: sala de guardias, sala de pinturas, sala de billar, sala de servicios de comedor y comedor, sala de tranvía de llamadores, antecámara, dormitorios, oratorio, capilla y Museo de Caza.

Este último es una de las partes más destacadas del palacio y fue construido debido a las 700 hectáreas que rodean el palacio y la afición de la familia por la caza. El museo consiste en un repaso a todo el proceso histórico de la caza, desde los tiempos primitivos hasta la actualidad. Además, presenta una gran cantidad de animales disecados además de albergar trofeos e ilustraciones sobre actividades cinegéticas, pinturas sobre este tema y tapices de la Real Fábrica y cuadros relacionados con la caza.

Por su parte, el Bosque de Riofrío que rodea al palacio está formado por un magnífico encinar que es atravesado por el río que le da nombre. Además, dispone de una senda que permite pasear y contemplar la fauna que habita en el bosque y es un plan perfecto para realizar cualquier fin de semana conjugando historia y naturaleza.

La mejor forma de completar este viaje es visitando el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, situado a pocos kilómetros. Situado a los pies del parque nacional de la Sierra de Guadarrama, sus 146 hectáreas de bosques, zonas ajardinadas, fuentes y estanques, y el espectacular Palacio Real, de inspiración francesa le ha valido el nombre de ‘Pequeño Versalles’.

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