De Jerez al mundo

El flamenco, el vino y los caballos son los tres elementos que vertebran la historia y vida de Jerez de la Frontera. La ciudad gaditana respira arte por cada uno de sus rincones y perderse por sus calles se convierte en un auténtico placer para los sentidos.

Las bulerías, las bodegas y el arte ecuestre forman parte de la esencia de una ciudad que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su seña de identidad. La historia de Jerez de la Frontera ha estado ligada a la historia desde el comienzo de sus días ya que su resurgir comienza tras el descubrimiento de América debido, principalmente, a su cercanía con los puertos de Sevilla y Cádiz.

Aunque en tan solo un día se puede conocer lo más granado de la ciudad, lo mejor es invertir al menos un par de días para poder disfrutar de un lugar único que no deja indiferente a quien lo visita. Pasear por el centro histórico, visitar una de sus bodegas o tapear en uno de sus famosos tabancos son solo algunos de los muchos planes que ofrece Jerez de la Frontera.

Para comenzar el recorrido por la ciudad, lo mejor es hacerlo por el Alcázar, una fortaleza árabe construida en el siglo XII en la parte más alta de la ciudad y que protegía la medina con unos gruesos muros de casi 4 kilómetros de longitud. Actualmente, se ha convertido en uno de los pocos ejemplos de arquitectura almohade que quedan en toda la Península Ibérica.

En su interior se encuentran la antigua puerta de la ciudad, la mezquita, los baños árabes, además de otros elementos que se añadieron después de la reconquista como los jardines, el molino de aceite, el Patio de Armas, el patio de San Fernando y sobre todo, el Palacio de Villavicencio, que tiene en unas de sus torres la sorprendente cámara oscura, desde la que se puede disfrutar de unas vistas realmente privilegiadas.


Muy cerca del Alcázar se encuentra la Catedral de Jerez de la Frontera. Conocida anteriormente como antigua Colegiata de Nuestro Señor San Salvador, fue construida en el siglo XVII sobre los restos de la antigua Mezquita Mayor. Levantada a finales del siglo XV destaca por su arquitectura en la que se mezcla los estilos gótico, renacentista y barroco, producto de la prolongación de su construcción durante varios siglos.


Al lado de la Catedral de Jerez se ubica una de sus bodegas más famosas, las Bodegas González Byass. Pasear por ellas es un viaje al pasado ya que conservan el mismo entorno que en el Siglo XIX cuando el joven Manuel María González fundó unas bodegas que cambiarían la historia de Jerez de la Frontera y, también, de la provincia de Cádiz.


Este es uno de los lugares más especiales y únicos con los que cuenta la ciudad ya que, además de su innegable valor histórico y cultural, las bodegas González Byass son una de las señas de identidad de Jerez de la Frontera convirtiéndose en una forma de entender la vida.


Cuando Manuel María González se adentra en un negocio por entonces desconocido para él, busca consejo en la figura de José María Ángel y Vargas o, como él le llama cariñosamente, Tío Pepe. Es él quien le enseña todos los secretos del arte vinícola jerezano. En agradecimiento, su sobrino le cede una parte de la bodega y referencia las botas de la Solera Fundacional con el nombre ‘Solera del Tío Pepe’.


La visión se hace realidad y el amor al vino de Jerez se extiende por todo el mundo. Del éxito de las exportaciones nace la sociedad con Robert Blake Byass, comerciante de vinos inglés y agente comercial de Manuel Marías en Gran Bretaña quien en 1844 le pide algunas de esas botas que tienen una gran acogida en Reino Unido, con un crecimiento exponencial que poco a poco se va extendiendo a otros países de Europa y el continente Americano.

Pionero desde sus orígenes, Manuel María González Ángel sigue cultivando su carácter emprendedor y es así como, en 1886, Tío Pepe se convierte en una de las primeras marcas registradas de España y su bodega en la primera en contar con luz eléctrica, dos años antes incluso de que la adoptara la ciudad de Jerez.

Es en motivo de los festejos del centenario cuando Luis Pérez Solero, jefe de propaganda de la bodega, humaniza la botella con su ya inconfundible conjunto de sombrero de ala ancha, chaquetilla andaluza y guitarra. Así es como nace uno de los iconos más reconocibles de la historia de la publicidad española.


Hoy, convertida en una de las empresas españolas con mayor prestigio y popularidad que exporta sus productos a 115 países, la 5º generación de descendientes de Manuel María González Ángel sigue contagiando su pasión por el vino en todo el mundo, fiel a los mismos valores de respeto, sostenibilidad y autenticidad que marcaron los inicios hace más de 180 años.


Desde aquí, uno de los barrios más cercanos es el barrio de San Miguel. Si por algo ha sido famoso este barrio, además de por su historia, es por haber sido el que vio nacer a la artista Lola Flores, quien nació en el año 1923 en la calle Sol de este barrio. Como buena jerezana, Lola Flores era una auténtica enamorada del flamenco y el baile. Siendo de San Miguel no le faltaron noches flamencas en las que sus ojos de arte captaron los mejores cantes y bailes, lo que hizo que desde niña bailara y cantara en la taberna que tenía su padre, Pedro Flores.


Antes de los doce años ya era reconocida como bailaora en los ambientes artísticos jerezanos y a los dieciséis debutó en el Teatro Villamarta de Jerez en el espectáculo Luces de España. Lola Flores obtuvo sus mayores éxitos como pareja artística de Manolo Caracol, con quien trabajó hasta 1951. En 1958 se casó con el guitarrista Antonio González Batista, El Pescaílla, con quien tendría tres hijos.

El legado de la artista en su ciudad ha sido recientemente homenajeado con la inauguración del museo que lleva su nombre y que está dedicado a su vida. En él, además de hacer un recorrido por su toda su trayectoria, también se puede observar alguno de sus objetos más personales como sus vestidos o sus famosas joyas además de un sinfín de fotografías.

El museo se encuentra muy cerca del barrio de Santiago, el segundo barrio por excelencia del flamenco en Jerez. En él han nacido artistas de la talla del compositor Manuel Alejandro o del torero Rafael de Paula. Sus calles están repletas de tabancos y de tablaos flamencos donde poder disfrutar de una actuación musical en directo.

Otro de los símbolos de la ciudad es su calle Larga, donde se concentran gran cantidad de tiendas, restaurantes y bares como La Moderna, con más de 100 años de antigüedad, además de edificios históricos como el Palacio de Villamarta de estilo renacentista, y los edificios de La Gran Peña y el Gallo Azul, una curiosa construcción de planta circular.


Muy cerca de aquí se encuentra el tabanco El Pasaje, un rincón que plasma la cultura y tradición de Jerez de la Frontera y su gente. El despacho de vinos más antiguo de la zona es un sitio único donde se puede disfrutar de excelentes vinos, tapas típicas y espectáculos flamencos diarios. Sin duda, un lugar único en el que poder probar los famosos vinos de la ciudad mientras se asiste a una de sus famosas actuaciones.


Jerez de la Frontera es historia, es cultura, es gastronomía y es arte. Un enclave excepcional que no deja a nadie indiferente.

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑