Vejer de la Frontera, en la provincia de Cádiz, es uno de los grandes referentes de la ruta de los pueblos blancos andaluces. Situado en lo alto de una colina a más de 200 metros de altitud, su casco histórico está formado por un entramado de murallas, iglesias y callejuelas encaladas que conservan la huella de fenicios, romanos, árabes y cristianos.
Con apenas 12 000 habitantes, su ritmo de vida es tranquilo, pero al mismo tiempo cuenta con una oferta cultural y gastronómica de gran nivel. En 1976 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico y en la actualidad forma parte de la asociación de Los Pueblos Más Bonitos de España.

Recorrer Vejer significa perderse en un laberinto de calles estrechas y empinadas, donde cada esquina ofrece una estampa fotográfica. La entrada más característica es el Arco de la Segur, una de las antiguas puertas de la muralla medieval.


El trazado urbano conserva aún buena parte de las murallas del siglo XV, con cuatro puertas y varios torreones. Subir por ellas permite entender el carácter defensivo de la villa en tiempos fronterizos con el Reino de Granada.


La Plaza de España, también llamada Plaza de los Pescaítos, es el punto de encuentro más emblemático. Su fuente central, recubierta de azulejos sevillanos, se ha convertido en símbolo del pueblo. Alrededor se ubican bares y restaurantes que la convierten en el lugar más animado de Vejer.
Entre los edificios destacados se encuentra la Iglesia del Divino Salvador, construida sobre una antigua mezquita. Su mezcla de estilos gótico-mudéjar refleja el paso de culturas.


El Castillo de Vejer, de origen islámico, conserva su patio de armas y parte de las torres defensivas. Su situación en la parte más alta ofrece vistas privilegiadas de la campiña.
Otros rincones con encanto son el Convento de las Monjas Concepcionistas, que sigue en activo y donde se pueden comprar dulces tradicionales, y la Casa del Mayorazgo, una antigua residencia noble que conserva patios típicos andaluces.
Vejer está rodeado de paisajes abiertos, y sus miradores ofrecen panorámicas tanto hacia el interior como hacia la costa atlántica. El más conocido es el Mirador de la Cobijada, presidido por una escultura que recuerda al traje típico local: un atuendo negro que cubría por completo el cuerpo de la mujer, dejando solo un ojo visible.

Desde el Mirador de San Francisco se contemplan los campos de La Janda y, en días claros, incluso las montañas del Rif en Marruecos. El Parque de los Remedios y la Alcazaba también cuentan con zonas desde donde se divisa el pueblo y su entorno.


La gastronomía es uno de los grandes atractivos de Vejer. Su plato más característico es el lomo en manteca, receta tradicional que consiste en carne de cerdo macerada y conservada en manteca colorá. También destacan las carnes de la zona de La Janda, el pescado fresco de Barbate (sobre todo el atún rojo de almadraba) y las verduras de temporada.
El municipio de Vejer se extiende hasta la costa atlántica. Su playa más conocida es El Palmar, con más de 8 kilómetros de arena fina y un ambiente relajado, perfecto para disfrutar de la puesta de sol o practicar surf. A pocos kilómetros se encuentra también el Parque Natural de La Breña y Marismas de Barbate, donde es posible hacer rutas de senderismo entre pinares, visitar los acantilados de Barbate o acercarse a la torre vigía de Meca.
Vejer de la Frontera combina la estética de los pueblos blancos andaluces con un patrimonio histórico de gran valor, una gastronomía reconocida y un entorno natural privilegiado. Sus calles encaladas, sus miradores y su cercanía a la costa hacen que sea uno de los destinos más recomendables de la provincia de Cádiz.
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